por T. Austin-Sparks
Capítulo 6 - La Vida Divina: Autosuficiente e Inagotable
Jesús Dijo: “Yo he venido para que tengan vida” (Juan 10:10). Pablo dijo: “Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios” (Gálatas 2.20). “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Colocamos el énfasis en la palabra “vive” –“Cristo vive en mí”.
Y así también nosotros estamos ocupados con Cristo, quien vive en nosotros como la Vida; y estamos procurando comprender algo del significado y naturaleza de esta vida. Para este propósito estamos mirando las siete señales que el apóstol Juan escogió. A estos milagros él los llamó señales, porque eran maravillas con un significado, y el significado es lo importante. Confío en que estamos viendo que esas señales tienen un significado más profundo de lo que habíamos pensado. Podemos tomar estos milagros de Jesús y simplemente concluir que Él obraba milagros, o podemos ir más lejos y decir que Él aún hace milagros, y entonces podemos tomar esos milagros y decir: “Esto es lo que Jesús puede hacer”. Bueno, esto realmente es verdad, pero hay mucho más que esto –hay una educación de toda una vida en cada una de esas señales. Cada uno de ellas contiene un secreto para toda la vida. Ya hemos considerado tres de esas señales en el Evangelio de Juan, y tal vez ustedes hayan observado la naturaleza progresiva de las señales.
La transformación del agua en vino en Galilea establece la diferente naturaleza de esta vida. El vino que Jesús produjo era totalmente diferente y mejor que el otro vino, y la vida que viene en Cristo es de una calidad completamente diferente. Lugo abordamos la curación del hijo del noble, y vimos que esta vida que viene con Jesús es una vida eterna, sobre la cual el tiempo y la distancia no tienen poder alguno. Él habló en un lugar a muchas millas de allí, y en aquel exacto momento, algo aconteció. Tiempo y millas fueron colocadas de lado. Era una vida no sujeta al tiempo, y esta es la naturaleza de esta vida. Queridos amigos, esta no es sólo una declaración de la verdad. Debe ser muy confortante para las personas ancianas. Nos hacemos viejos; nuestros cuerpos y mentes envejecen, pero la vida de Cristo en nosotros jamás envejece. ¡Oh, esta vida posee un maravilloso poder de superar el tiempo!
Luego proseguimos en la curación del paralítico en el estanque de Betesda, y vimos el poder de esta vida para libertar a un hombre de la esclavitud. Esta vida es una vida de liberación gloriosa. Pienso que la palabra de Pablo describe la experiencia de este hombre perfectamente: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Esto se aplica muy bien al hombre de Betesda; hay un gran poder de liberación en esta vida. Justo hay una palabra más para decir antes de que entremos a examinar la próxima señal. Es sólo una palabra técnica, sin embargo debe ser observada. Es importante recordar que en el Evangelio de Juan no tenemos una disposición ordenada de las obras de Jesús, ni de sus enseñanzas. Hay muchas cosas en los otros tres Evangelios que no son mencionadas por Juan, tanto de sus enseñanzas y obras, como de los lugares donde Él estuvo. Por eso, bastante tiempo debe ser colocado entre las cosas que Juan realmente registró. En la medida en que ustedes leen este Evangelio, parece que las señales se suceden inmediatamente una tras la otra, pero esto no es verdad.
Tomen, por ejemplo, el inicio del capítulo 5 y el inicio del capítulo 6: “Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén” (5:1). “Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos” (6.4). Estas fueron dos fiestas diferentes, y muy probablemente ambas eran la fiesta de la pascua. Si esto fuese así, entonces había transcurrido un año entero entre esos dos capítulos, y muchas cosas habrían acontecido en aquel año que Juan no menciona. Sólo tienes que recordar esto cuando estuvieres estudiando este Evangelio. Bien, habiendo preparado el camino, podemos avanzar a la cuarta de las señales escogidas por Juan.
“Después de esto, Jesús fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias. Y le seguía gran multitud, porque veían las señales que hacía en los enfermos. Entonces subió Jesús a un monte, y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la pascua, la fiesta de los judíos. Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron, pues, y llenaron doce cestas de pedazos, que de los cinco panes de cebada sobraron a los que habían comido. Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo” (Juan 6:1-14).
(Observen que Felipe dijo: “para que cada uno de ellos tomase un poco" (Juan 6:7) – y al final sucedió que todos ellos tuvieron tanto cuanto quisieron). Para llegar al significado de esta señal es necesario que conozcamos su época y el escenario. En este punto, Jesús había alcanzado el auge de Su popularidad. Ustedes observen que el verso 15 dice: “Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey”. En lo que se refiere a las multitudes, Él había alcanzado un grado de popularidad muy grande.
A continuación, Él entró en la segunda fase de Su ministerio, que fue un tiempo de controversia, con el antagonismo creciendo a medida en que los gobernantes se preocupaban en el asunto. Popularidad con el pueblo e impopularidad con los gobernantes. E inmediatamente después de esta señal, se formó este antagonismo, y Él se encontró a Sí mismo en una atmósfera de real controversia. Esta tenía dos causas: una era las declaraciones que Él hacía de Si mismo, a causa de que ellos no aceptaban Su testimonio sobre Sí mismo, y la otra era la propia popularidad en sí. Más tarde se dice que “por envidia le habían entregado los principales sacerdotes” (Marcos 15:10). Fue el celo de los gobernantes lo que los llevó a este antagonismo.
El tercer elemento a observar: A partir de esta historia, es muy evidente que había un gran grupo de los que llevaban el nombre de “discípulos”. Mire el verso 60 en este capítulo: “Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra: ¿quién las puede oír?” Y el verso 66: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”. Por lo tanto, es evidente que había un grupo grande de personas que llevaban el nombre de “discípulos”.
Nos encontramos, pues, en la presencia de tres grupos de personas. Primeramente estaban los doce discípulos, y estaba este grupo mayor de discípulos al que se le llama “muchos”, y también aparece la gran multitud de personas. Este es el escenario de esta señal, y hay que tener todo esto en consideración a fin de comprender su significado.
Es muy claro que se tenía la intención de hacer tres cosas. Antes que todo, se pretendía que fuese una prueba para todo el mundo. No era sólo algo que se hace, sino algo previsto para poner a prueba a todo el mundo. Todos iban a ser cuestionados por esto, y que tenía que haber algún tipo de reacción a Él. Jesús pretendió que fuese así. En segundo lugar, se tuvo el propósito de tamizar a todas esas personas. Tú notas que cuando Jesús percibió que ellos vendrían a apoderarse de Él por la fuerza para hacerlo rey, Él "volvió a retirarse al monte él solo". Él no está tomando todo esto por su valor aparente. Él vio otro aspecto a través de todo eso. Más tarde les diría: "De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis" (v. 26). Oh, no, toda esta multitud, todas estas personas, tenían que ser cernidas.
El tercer elemento es que esta señal tuvo la intención de confirmar a aquellos que realmente tomaban las cosas en serio. Como el gran ejército de Gedeón de veintidós mil hombres, y Dios estaba reduciendo esto a un grupo muy pequeño de personas que realmente tomaran las cosas en serio. Ahora observen: el medio que Él empleó para este triple propósito fue la vida en forma de pan. La mente de Jesús estaba muy adelantada de sus hechos. Naturalmente hay mucha evidencia de que esto era verdad. Ustedes ya vieron esto en esta historia. “¿De dónde compraremos pan para que coman estos? 6Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer” (vv. 5,6). Él ya había pensado en todos los aspectos; tenía un significado que era más que el hecho, y por el hecho Él se estaba moviendo en la dirección del significado.
¿Cuál era la prueba por medio de la cual ellos serían cernidos? Usted tiene la respuesta en este capítulo. Jesús sólo quiere como sus discípulos a aquellos para quienes Él es tan necesario como el pan diario. Si fuese para escoger entre el pan diario y el Señor Jesús, Él quiere personas que digan “el Señor Jesús”. Es por esto que Él dijo: “Yo soy el pan de vida”. Esta es una cuestión de vivir o morir: ‘Tenerme a Mí es una cuestión de vida o muerte. Las personas a quienes Yo quiero como mis discípulos son aquellas que saben que sus propias vidas es tenerme a Mí”. Ustedes saben, Él los estaba pasando por el cedazo. Observen lo siguiente: “53Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros... 66Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él”. Esta es una cuestión decisiva, y fue exactamente por eso que Jesús realizó esta señal. Él probó a la multitud. Él dijo: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece”. A los discípulos profesos les dijo: “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”. En breve, aquella gran multitud que iría a tomarlo a la fuerza para hacerlo rey, también clamaría: “¡Crucifícale!” ¿Dónde estaba la voz de la multitud cuando Jesús estaba bajo la prueba? Estaba en silencio. No, ellos no habían llegado a entender que Él era necesario para sus vidas.
Así que, Él cernió a muchos discípulos, trazando una línea divisoria entre los discípulos profesos y los discípulos verdaderos. Y cuando ellos le respondieron a Jesús: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”, Él llegó a donde quería con esta señal. Observen que había tres cosas aquí. Primero que fue una cuestión de percepción de ellos en cuanto a quién era realmente Jesús. ¿Realmente entendieron ellos que Jesús era el Pan de Dios que descendió del cielo? Fue porque la mayoría no entendió eso que ellos se fueron. ¡Cuán importante es para nuestra propia vida que debamos tener una revelación interior de Jesucristo! Fue exactamente esto lo que mantuvo al apóstol Pablo prosiguiendo hasta el fin. ¡Oh, cuántos problemas atravesó este querido hombre! Piense en todos sus sufrimientos, todas sus persecuciones y todo lo que tuvo que enfrentar de la oposición. Piense en el al final de su vida diciendo: “Me abandonaron todos los que están Asia” (2 Timoteo 1:15). ¿Qué era eso que mantuvo a este hombre en franca victoria hasta el fin? La respuesta está en sus propias palabras: “Agradó a Dios... revelar a su Hijo en mí” (Gálatas 1:15,16). Fue la revelación interior de Jesucristo lo que se convirtió en la vida de ese hombre.
Creo que podemos decir que esto también fue verdad en Pedro y Juan, y en muchos otros. Y puede ser cierto en algunos de nosotros hoy. Hemos visto quién es Jesús por la revelación del Espíritu Santo. Él es el propio Pan de Dios que descendió del cielo, y es tan necesario para nuestro hombre interior como la comida natural es para nuestro hombre exterior. Esto es muy frecuentemente probado por nuestras opciones. Si, por un lado, hay una oportunidad de algún alimento espiritual, y por otro lado hay una oportunidad o invitación para algún placer natural, el verdadero discípulo siempre dice: “¡Me decido por la comida espiritual! Ésta es más importante para mí que todos los placeres naturales”. Este es el tipo de discípulo que Jesús debe tener: aquellos para los cuales Él es la única vida. Esto está reunido en esta palabra que Él usó: “Excepto”...
“Excepto que comiereis la carne del Hijo del Hombre... Excepto que bebiereis su sangre, no tendréis vida”. No hay alternativas para esto. No hay nada que ustedes puedan colocar en lugar de esto. Es esto, o nada; o es esto o es muerte espiritual.
Sí, Jesús quiere discípulos para quienes Él sea la única vida, no sólo vida y algo más. Hay grandes multitudes de discípulos que quieren a Cristo y algo más, para los cuales Cristo no es todo-suficiente, la única vida; y el Señor va a pasar por el cedazo a este gran cuerpo que lleva el nombre de “discípulos”. Él siempre ha hecho eso. Él lo hizo en los tiempos del Antiguo Testamento. Las poderosas persecuciones que sobrevinieron sobre la Iglesia primitiva fueron sus métodos de cernir, y a través de los siglos Él ha hecho esto por muchos medios. Él está haciendo esto en los tiempos de hoy. ¡Oh, qué tremendo cedazo está ocurriendo entre los cristianos! Ya está comenzando en oriente y se va desarrollar en occidente; el mundo occidental no escapará de esto. Las grandes multitudes que se pueden llamar a sí mismos por el nombre de discípulos de Cristo serán desenmascaradas. Vamos a quedar muy claros y ciertos en este punto. Si Cristo no es nuestra única vida, vamos a salir, pues tarde o temprano no vamos a lograr soportar la prueba.
Pero llegamos a concluir con una nota más feliz, y esta es la maravilla de esta señal. Comenzó con algo muy pequeño. En nuestra traducción dice: “Aquí está un muchacho”, pero en el griego dice: “hay un pequeño niño aquí”. La probabilidad es que este niño hubiese sido enviado por su madre con una cesta de panes y peces a fin de que los vendiera para su sustento, y que la multitud distante de casa se le mostraba a él como una gran oportunidad de negocio. Así que él llegó lo más próximo posible, ofreciendo sus productos, y al mismo tiempo, como todos los niños, lleno de curiosidad en cuanto a lo que estaba aconteciendo. Él se llevó una gran sorpresa.
Cuando yo estaba sentado en el piso de abajo ayer, vi a alguien entrar con una gran cesta en la que había panes que medían cerca de um metro. Ahora, no piensen en panes así con aquel niño. Probablemente eran apenas pequeños pedazos redondos de masa de harina asada, y apenas pocos de ellos. Y los peces eran muy pequeños. Y Jesús tomó aquello en sus manos, y después de haber orado, comenzó a darlos a los discípulos. Él los dio, y los dio, y los dio, y aún continuó dando hasta que todas las cinco mil personas hubiesen tenido todo lo que podían comer y quedaran satisfechos. Y, entonces, aun sobró bastante. ¡Cuán inagotable es la vida que Jesús nos da! No hay fin ni limitación para ella.
Queridos amigos, esto no es sólo algo que estamos diciendo. Esto es muy verdadero. Una y otra vez hemos estado dudosos y pesimistas como Andrés. Hemos enfrentado una situación, y hemos dicho: “Bueno, ¿dónde habrá suficiente pan para esto?’ Pero el Señor ha satisfecho la necesidad y siempre ha sobrado, y jamás llegamos al fin cuando tenemos esta vida, pues ella es inagotable. Siempre hay más. Podemos quedar satisfechos hoy, pero hay más para mañana. Ahora, esto es muy práctico. Si usted observa su propia vida, sabrá que esa vida cada día impondrá exigencias sobre usted, y usted dirá: “¡Estoy pensando cómo podré pasar por esto! ¡Cómo podré enfrentar esta situación!” Recuerde que usted tiene al Señor de la Vida dentro de usted, y El es inagotable en Su vida. Usted puede tener lo suficiente para hoy, para mañana y hasta el fin.
Pido que al final el Señor Jesús sea glorificado de esta forma; que yo tenga más que cuando comencé. Este es el tipo de vida que ha llegado a nosotros en la persona de Jesucristo. ¡Que podamos aprender a vivir por Él! Y cuando digo “vivir”, no quiero decir apenas existir. Quiero decir vivir, de una manera que naturalmente jamás podríamos.
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