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El Ministerio Profético

por T. Austin-Sparks

Capítulo 3 - Una voz que Puede ser Olvidada

“Porque los que habitaban en Jerusalem, y sus príncipes, no conociendo a éste, y las voces de los profetas que se leen todos los sábados, condenándoles, las cumplieron”. (Hechos 13:27) (RV, 1909).

La declaración anterior, en su conjunto, carga un significado que posee mucha historia; sin embargo, su implicación directa e inmediata es que si las personas referidas - los habitan- tes de Jerusalén y sus gobernantes - se hubiesen beneficiado de las cosas más familiares, se habrían comportado de una forma muy diferente a como se comportaron. Cada sema- na, sábado tras sábado, por un gran número de años, ellos oían cosas leídas; sin embargo, finalmente, debido a la falla en reconocer aquello que estaban oyendo, actuaron de una manera totalmente opuesta a aquellas mismas cosas, aunque, bajo la soberanía de Dios, estuviesen dando cumplimiento a ellas al hacer así.

Sin duda, esta es una palabra de advertencia. Esto representa una posibilidad muy terrible - oír repetidamente las mismas cosas, y no reconocer su importancia; comportarse de manera completamente contraria a nuestros propios intereses, causando nuestra propia ruina, cuando podría haber sido de otra manera.

El punto es éste - que hay una voz en los profetas que puede ser olvidada, un significado que puede no ser comprendido, y los resultados pueden ser desastrosos para las personas en cuestión. "La voz de los profetas": esto sugiere que hay algo más allá de las meras co- sas que el profeta dice. Hay una "voz". Nosotros podemos oír un sonido, podemos oír las palabras, y no obstante, no oír la voz, esto es algo extra a la cosa dicha. Esta es la declara- ción aquí, que semana tras semana, mes tras mes, año tras año, los hombres leen a los profetas audiblemente, y las personas que oyen la lectura no oyen la voz. Es la voz de los profetas que necesitamos oír.

En la medida en que usted avanza a través de este capítulo decimotercero de los Hechos, será capaz de reconocer que este pequeño fragmento está inserto en un contexto muy importante. Este capítulo, para comenzar, marca un desarrollo. Allá en Antioquía había ciertos hombres, incluyendo a Saulo, y el Espíritu Santo dice: "Apartadme a Bernabé y Sau- lo para la obra a que los he llamado." Este era un nuevo desarrollo, un mover, algo de ma- yor envergadura, trascendental; sin embargo, usted no termina el capítulo sin antes llegar a una nueva crisis, que resultó inevitable cuando en un cierto lugar se reunió una gran multitud, y los judíos, rehusando ser obedientes a la Palabra, provocaron un tumulto. Los apóstoles hicieron este pronunciamiento: "A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles” (V.46), y citaron a un profeta (Isaías 49:6) como fuente de autoridad: "Te he puesto para luz de los gentiles." Esas fueron épo- cas en la historia de la Iglesia; y los judíos, en su conjunto, fueron dejados de lado, y los gentiles, de modo muy deliberado, fueron traídos a escena, exactamente debido a lo si- guiente: que los judíos había oído esos profetas sábado tras sábado, pero no habían oído sus voces.

Grandes cosas dependían de oír la voz. Fallar en oír puede conducir a una pérdida irrepa- rable. Cosas muy grandes en relación a Israel han acontecido a lo largo de los siglos desde el tiempo de Hechos 13. No es mi intención dar inicio a cuestiones de profecía sobre los judíos, pero mi punto es éste: por un lado, no era algo pequeño desoír las palabras de los profetas; por otro lado, usted percibe que los gentiles se regocijaron. Dice: "Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor". Pues bien, en ambos la- dos, es algo terrible fallar en oír, y es algo tremendo oír y dar crédito. Pienso que esto es base y motivo suficientemente serio como para atraer nuestra atención.

Profetas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento

Vamos ahora a mirar más de cerca esta cuestión de "las voces de los profetas." Un hecho de gran significado es el siguiente, que los profetas tienen un gran espacio en el Nuevo Testamento. Me imagino que usted ya consideró cuán grande es este espacio. No es nece- sario que se le recuerde la gran cantidad de veces que los Evangelios llaman la atención hacia los profetas mayores – como son llamados. "Para que se cumpliese lo dicho por el profeta..." - cuán frecuentemente esta declaración ocurre en los Evangelios. Ella apareció desde el nacimiento del Señor Jesús, y solo en relación con ello, los profetas mayores son citados en varias ocasiones. Pero cuando usted sale de los Evangelios y va a los Hechos y a las Epístolas, usted se mueve básicamente en lo que se denomina los profetas menores – menores no porque fuesen de menor valor que los demás, sino porque el registro de sus escritos es menor. Es tremendamente impresionante y significativo que estos profetas menores puedan ser notados tan ampliamente en el Nuevo Testamento; ellos son citados más de cincuenta veces.

Profetas, Hombres de Visión

A partir de este significado general, surgen dos factores. Uno en relación con los propios profetas: ¿Por qué tienen un lugar tan grande en el Nuevo Testamento? Bueno, la res- puesta a esto será básicamente otra pregunta. ¿Qué significan los profetas? Los profetas son "videntes" (1ª Samuel 9:9); son hombres que ven, y viendo, desempeñan el papel de ojos para el pueblo de Dios. Son hombres de visión, y su amplio espacio en el Nuevo Tes- tamento, ciertamente indica cuán tremendamente importante es la visión espiritual para el pueblo de Dios en esta dispensación. Naturalmente, la otra cosa es la visión de sí, pero yo no estoy preocupado en este momento de hablar sobre lo que era, y es, la visión - esto, junto a otros aspectos, puede venir más tarde. Por el momento, siento que el Señor está interesado en el siguiente factor: la tremenda importancia de la visión espiritual si el pue- blo de Dios ha de cumplir su vocación. La cosa se resuelve en una cuestión solo de visión para vocación, y la vocación no se cumplirá sin visión.

La Visión Imparte Propósito a la Vida

Así, por un momento, vamos a hablar sobre el lugar de la visión – y usted no irá a pensar que estoy hablando sobre “visionarios”. No; es algo específico, es la visión, algo claramen- te definido. Los profetas conocían aquello de que hablaban. No eran meramente ideas abstractas, sino algo muy definido. La visión es algo muy específico, algo de lo cual el Se- ñor está interesado y que se ha vuelto dominante en la vida de aquellos que la tienen; cla- ra, distinta, precisa, algo que los domina de modo que todo el propósito de la existencia está inserto en ella. Tales personas están en una posición donde conocen el por qué de tener una existencia; conocen el propósito para el cual están vivas y son capaces de decir cuál es ese propósito; el horizonte de ellas está circunscrito a esa visión; ellos, con toda su vida en todos sus aspectos, se resumen en esta visión, dependen de ella. Es el único obje- tivo que regula todo para ellos. No es solo vivir en esta tierra y hacer muchas cosas y tener éxito en alguna manera; sino que todo en esta vida está ligado a esta visión, lo que le da sentido a la vida.

No es necesario que lo lleve a través de la historia de Israel, que se rige por la misma ver- dad. Usted sabe muy bien que, cuando Israel estaba en una posición correcta, es así como las cosas eran: definidas, con todo centrado en un único objetivo. Y, antes de continuar, vamos a decir, nuevamente, que todos aquellos profetas - hombres que eran los ojos de Dios para el pueblo, que significaban el pensamiento y el propósito de Dios para ellos, que significaban la divina vocación de ellos, la interpretación de Dios para sus propias existen- cias – aquellos profetas que personificaron todo eso, son todos traídos a la dispensación del Nuevo Testamento y a la iglesia, con esta clara implicación, de que es de esta forma como la iglesia debe ser para alcanzar su objetivo. La Iglesia es para aquello que ve, domi- nada por un objetivo y una visión específica, sabe por qué existe, no tiene ninguna duda al respecto, y se posiciona con absoluta renuncia por causa de esa visión, trayendo todas las demás cosas de la vida a alinearse con eso. Nuestra actitud tiene que ser ésta, aunque en este mundo tengamos necesariamente que hacer esto o aquello, ganar nuestro sustento y realizar nuestro trabajo diario; sin embargo, hay algo que gobierna todas las cosas: la vi- sión divina. Todas las cosas deben inclinarse a este único objetivo divino.

Esta es la primera consecuencia del hecho de que los profetas tengan un lugar tan amplio en esta dispensación. Nosotros no podemos ahora seguir con esto en detalle a partir de la Palabra, pero sería de mucho valor recorrer el Nuevo Testamento y ver cómo la inserción de los profetas es hacer la aplicación a los diversos aspectos de la vida de la iglesia. Es muy impresionante.

Visión, un Factor Unificador

Los profetas están gobernando esta dispensación de esta manera. Esta visión, la visión, era la propia cohesión y fuerza de Israel. Cuando la visión era clara para ellos, cuando sus ojos eran abiertos y ellos veían, cuando estaban alineados con el propósito de Dios, cuan- do eran gobernados por aquel objetivo para el cual Dios los había llamado, ellos eran un solo pueblo, hechos uno por la visión. Ellos tenían un solo ojo. Aquella pequeña frase: "Si... tu ojo es sencillo..." (Mateo 6:22), posee mucho más significado dentro de sí de lo que reconocemos. Un ojo sencillo - unifica y dirige toda una vida, un ojo sencillo unifica todo su comportamiento. Si usted fuera un hombre o una mujer de una sola idea, todas las cosas serían traídas a esa idea. Naturalmente, esto no siempre es algo favorable, aun- que lo sea en este caso. Las personas que son obcecadas y, como decimos, 'tienen una abeja en el sombrero" (tienen una idea fija), sin nada más para conversar, sino solo una cosa, generalmente son personas bastante irritantes. Pero existe el lado correcto, el lado divino, en el cual el pueblo de Dios debe ser un pueblo de un ojo sencillo, de una única idea; y esta sencillez de ojos deja todas las facultades en coordinación.

Durante los escasos períodos cuando Israel era así, eran un pueblo maravillosamente uni- ficado. Por otro lado, usted puede ver cómo, cuando la visión se desvanecía y fallaba, ellos se desintegraban, se convertían en un pueblo de intereses divididos y cismáticos, que lu- chaban entre sí. Cuán verdadera es la palabra: "Donde no hay visión, el pueblo perece (se desintegra)" (Proverbios 29:18). Y así era con Israel. Véalos en los días de Elí, cuando no había visión manifiesta. ¡Qué pueblo desunido, desintegrado, eran ellos! Esto ocurrió mu- chas veces. La visión era un poder solidificador y cohesivo, que hacía a las personas uno, y en esta unidad estaba la fuerza de ellos, y eran irresistibles. ¡Véalos en el Jordán en la caí- da de Jericó! Mientras eran gobernados por un único objetivo, nadie los podía resistir. Su fuerza estaba en la unidad y su unidad estaba en la visión que ellos tenían. El enemigo sa- be lo que está haciendo al destruir y confundir a la visión: él está dividiendo al pueblo de Dios.

Visión, un Poder Defensivo

¡Qué poder defensivo es una visión como ésta! ¡Qué poca chance tiene el enemigo cuan- do somos un pueblo afirmado sobre una única cosa! Si tenemos todo tipo de intereses personales, el enemigo puede hacer terribles estragos. Él no tiene ninguna posibilidad cuando todos están centrados en un único objetivo divino. Él necesita dividirnos de alguna forma, distraernos, desintegrarnos, para poder realizar su obra de estorbar el propósito de Dios. Todas estas características de auto-compasión, interés personal, que siempre buscan entrar y arruinar, jamás podrán entrar mientras la visión sea clara, y estemos enfo- cados en ella como un solo pueblo. Es tremendamente defensiva. El apóstol habla sobre ser "diligentes en todo, fervientes en espíritu, sirviendo al Señor" (Romanos 12:11). Mof- fatt traduce "fervientes en espíritu" como "manteniendo el brillo espiritual." Estar centra- do en un único objetivo con todo el corazón es una cosa maravillosamente protectora. Tal condición en un pueblo cierra las brechas y resiste la invasión e influencia de todo tipo de cosas que distraen y paralizan.

La Visión Produce Firmeza y Crecimiento

La visión era como una llama para los profetas. Usted tiene que reconocer esto sobre ellos, de todos modos - que estos hombres eran llamas de fuego. No había nada neutro en ellos: eran agresivos, jamás pasivos. La visión tiene este efecto. Si usted realmente ha vis- to lo que el Señor busca, no puede permanecer indiferente. Usted no puede ser pasivo cuando ve. Encuentre una persona que ha visto y verá una vida positiva. Encuentre una persona que no ve, que no está seguro, que no es claro, y usted tiene alguien neutro, ne- gativo, que no vale la pena considerar. Estos profetas eran hombres como llamas de fue- go, porque veían. Y cuando Israel estaba en el ejercicio de la vocación divina, era de esa manera – agresivo, positivo. Cuando la visión se marchitaba, Israel llegaba a un punto muerto, se encerraba en sí mismo, daba vueltas y vueltas en círculo, sin llegar a ninguna parte.

Esta agresividad y confianza, que es el fruto de haber visto, concede al Señor el terreno que necesita para un tipo correcto de entrenamiento y disciplina. No significa que jamás vamos a cometer errores. "¿Qué haces aquí, Elías?" (I Reyes 19:09). "No tienes nada que hacer aquí" eso es lo que significa. Sí, los profetas y los apóstoles podían cometer errores, y lo hacían, pero está lo siguiente a causa de que ellos vieron, y se entregaron completa- mente a aquello que habían visto sobre el propósito del Señor, el Señor era absolutamen- te capaz de acercarse a sus errores y, soberanamente, invalidarlos y enseñar a Sus siervos algo más sobre Sí mismo y sobre Sus caminos.

Ahora, usted jamás encuentra esto en personas que tienen carácter indefinido. El pueblo indefinido, que no habla en serio, que no abraza la causa, jamás puede aprende nada del Señor. Son las personas que se entregan, que se lanzan en dirección a cualquier medida de luz que el Señor les da, que, por un lado, tienen sus errores los errores de sus propios celos - corregidos por la soberanía divina, y, por otro lado, son enseñados por el Señor a través de sus propios errores sobre cuáles son los pensamientos de Dios, cómo Él hace las cosas, y cómo Él no hace. Si quedamos a la espera en indefinición y en incertidumbre, y no hacemos nada hasta que lo sepamos todo, no vamos a aprender nada.

¿No ha notado usted que son los hombres y mujeres cuyos corazones están ardiendo por Dios, que han visto algo verdaderamente de parte del Señor y que han sido enteramente dominados por aquello que han visto, los que están aprendiendo? El Señor los está ense- ñando, Él no permite que sus graves errores los hundan en la destrucción. Él soberana- mente invalida, y durante su larga carrera ellos son capaces de decir: 'Bueno, cometí erro- res terribles, pero el Señor maravillosamente se apoderó de ellos e hizo que cooperasen para bien”. Ser de esta manera, con una visión que resume toda nuestra vida y nos go- bierna, ofrece al Señor una condición favorable para que Él cuide de nosotros, incluso cuando cometemos errores - porque Sus intereses están en juego, Sus intereses y no los nuestros están en primer lugar en nuestro corazón. Los profetas y los apóstoles aprendie- ron a conocer al Señor de maravillosas maneras por medio de sus propios errores, porque los errores de ellos no provenían de la terquedad de sus propias voluntades, sino de una pasión por Dios y por aquello que Él les había mostrado como Su propósito.

La Visión da Superioridad al Pueblo de Dios

Y, luego, observe que la propia superioridad de Israel estaba basada en la visión. Ellos fue- ron llamados por Dios para ser un pueblo superior, por encima de todos los pueblos de la tierra, puesto entre las naciones como un vaso espiritualmente gubernamental. El Señor prometió que ninguna nación sería capaz de asumir el control sobre ellos. Su pensamiento para ellos era que ellos fuesen "cabeza y no cola" (Deuteronomio 28:13). Pero esto no su- cedería de manera arbitraria e independiente de su situación y condición. Era cuando te- nían una visión clara ante ellos, colectivamente, como un pueblo entero - dominado, go- bernado y unificado por la visión –, era solo entonces que ellos eran cabeza y no cola, era entonces que quedaban en posición de dominio.

Y esto trae a los profetas nuevamente. (Pensamos ahora en los últimos profetas de Israel.) ¿Por qué los profetas? Porque Israel había perdido su posición. Asiria, Babilonia y el resto estaban asumiendo dominio sobre ellos, porque habían perdido la visión. Es en los profe- tas menores, como se les llama, que usted tiene bastante sobre esta cuestión. "Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento" (Oseas 4:6). Esta es una nota a la cual todos los profetas están vinculados. ¿Por qué este estado de cosas? ¿Por qué Israel está ahora en desventaja en relación con las naciones? La respuesta es - pérdida de visión. El profeta viene para intentar llevar a Israel de vuelta al lugar de la visión. El profeta tiene la visión, él es el ojo del pueblo: él llama al pueblo de vuelta a aquello para lo cual Dios lo escogió, pa- ra mostrar nuevamente por qué Él tomó a Israel de entre las naciones.

La Visión es Necesaria Para Todo Hijo de Dios

Todo esto no es más que un énfasis sobre el lugar de la visión. Puede que no lo lleve muy lejos; puede que se pregunte a dónde conduce todo esto. Usted está diciendo ahora: 'Bueno, ¿qué es la visión?’. Este no es el punto en el momento; esto puede venir después. El punto es que ésta es la necesidad, la absoluta necesidad de la iglesia hoy para usted, para mí; y déjeme agregar que, aunque la visión sea algo preeminentemente corporativo, ella debe ser también algo personal. Usted y yo individualmente debemos estar en el lugar donde podamos decir: '¡Yo he visto, yo sé lo que Dios quiere!’.

Si nos preguntasen: ¿por qué la Iglesia es como es hoy, en tan gran medida de impotencia y desintegración, y qué se necesita para producir un impacto del cielo por medio de la Iglesia? ¿Qué podríamos decir? ¿Es presuntuoso afirmar ser capaz de hacerlo? Los profe- tas sabían; y recuerde que los profetas, fuesen del Antiguo Testamento o del Nuevo Tes- tamento, no eran una clase aislada de personas, no era ningún cuerpo separado que retu- viera la visión en sí mismo oficialmente. Ellos eran los ojos del cuerpo. Eran, en el pensa- miento de Dios, el pueblo de Dios. Usted conoce este principio; esto es visto, por ejemplo, en la cuestión del Sumo Sacerdote. Dios mira el Sumo Sacerdote como si fuese Israel, y trata con todo Israel en igualdad de condiciones en la persona del sumo-sacerdote, sea él bueno o malo. Si el Sumo Sacerdote es malo - "Y él me mostró a Josué, el sumo sacerdote vestido con ropas viles..." (Zacarías 3:1-5) - éste es Israel. Dios trata con Israel como un so- lo hombre.

El profeta es la misma cosa, y es por esto que el profeta está muy entrelazado con la pro- pia condición y vida del pueblo. Oiga al profeta Daniel orando. Personalmente, él no era culpable, personalmente no había pecado como la nación, pero él tomó todo sobre sí mismo y habló como si fuese su responsabilidad, como si fuese el principal de los pecado- res. Hay una unión tal entre los profetas y el pueblo en condición, experiencia, sufrimien- to, que ellos jamás pueden verse a sí mismos como funcionarios separados de todo el resto, como si estuviesen hablando desde el lado de afuera; ellos están en el pueblo, ellos son el pueblo.

Quiero decir esto, que no debemos tener una visión que nos traiga una clase de ministros llamados profetas y apóstoles. Ellos están aquí solo para mantenernos alerta en cuanto a lo que debemos ser delante de Dios, cómo debemos ser, por eso están constantemente remeciéndonos y diciéndonos: “Mira, esto es lo que debería ser”. Así que, debería por lo tanto ser, con cada uno de nosotros personalmente, que estemos en el sentido de este ministerio profético. La Iglesia está llamada a ser un profeta a las naciones. Me gustaría repetir mi pregunta – y es una pregunta admisible, sin ninguna presunción - ¿podría usted decir lo que es necesario para la iglesia hoy? ¿Podría usted interpretar el estado de cosas, y explicar verdaderamente aquello que el Señor le mostró en su propio corazón? Conozco los riesgos y peligros que pueden rodear tal idea, pero esta es la razón misma de nuestra existencia. Será en un grado mayor o menor en cada uno de nosotros, pero sea más o sea menos, nosotros tenemos la clave de la situación. Dios necesita un pueblo así. Debe ser personal.

La Visión Requiere Valor

Pero recuerde que esto va a requerir de un inmenso valor. ¡Oh, qué valor el de aquellos profetas! – Valor contra la concesión y la política. ¡Oh, los efectos catastróficos de la polí- tica, de consideraciones secundarias! “¿Cómo esto afectará nuestras oportunidades si somos tan absolutos?”. ¿No irá a disminuir nuestras oportunidades de servir al Señor si tomamos una posición?". Esto es política, y es una cosa horrible. Más de un hombre que ha visto algo, y comenzó a hablar sobre lo que vio, encontró tal reacción de sus propios hermanos y de los que tenían responsabilidad sobre él, que retrocedió. "Es peligroso llevar esto más lejos." ¡Política! No, no había nada de eso en los profetas. ¿Estamos comprome- tidos porque hemos visto?

Habrá un costo; nosotros podremos hacerle frente. Hay un pequeño fragmento en He- breos 9 - "Ellos fueron aserrados." Una tradición dice que esto se aplicó al profeta Isaías – que él era uno de los que murieron cortados por la mitad. Lea Isaías 53. No hay nada más sublime en toda la literatura de la Biblia, y por eso fue cortado por la mitad. ¿Estaba en lo correcto? Bueno, nosotros hoy nos beneficiamos de su justicia. Pero al diablo no le gusta eso, y por eso él fue cortado por la mitad. Hay valores tremendos asociadas al ver, y a la total entrega a la visión, pero hay un costo muy grande también.

Vamos a parar aquí, por ahora; pero debemos tratar con el Señor y decir: '¿Cuánto yo he visto? He oído a los profetas semana tras semana; después, todas las convenciones, con- ferencias, encuentros en que he participado, pero ¿habré oído la voz de los profetas, a fin de cuentas? He oído a los predicadores dar sus mensajes y sus sermones, pero ¿habré oí- do la voz?". En caso positivo, el efecto será de largo alcance. En caso negativo, es tiempo de consultar al Señor. ¡Esto no debe continuar! ¿Qué sucedió en Hechos 13? Hubo oídos que no escucharon; pero donde un oído escuchó, ¡oh, qué cosas tremendas pasaron, qué valores tremendos vinieron!

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